domingo, 23 de febrero de 2020

Spectacula: los juegos de Roma

Los espectáculos dedicados al disfrute de la población de Roma tienen una gran variedad de representaciones y lugares donde estos suceden. Muchas veces, en origen, no eran más que celebraciones de carácter funerario. Sin embargo, cuando hablamos de Roma, puede que uno de los conceptos que nos vienen a la mente, puede que por culpa de Hollywood, sean los combates de gladiadores con el emperador haciendo el equívoco gesto del pulgar hacia arriba o hacia abajo para decidir el destino del luchador vencido. Hoy, os hablaremos sobre los tipos de juegos típicos de la Antigua Roma.
Escena de la película Espartaco, cuyo protagonista es interpretado por el recién fallecido Kirk Douglas.

Origen de los espectáculos romanos

Algunos autores han querido hallar un precedente prerromano de carácter púnico-ibero en los combates de gladiadores (Álvarez Martínez, J. M., Enríquez Navascués, J. J, 1992). Cuando A. Blanco habla al respecto del entierro del general lusitano Viriato, nos dice: “Se trata (…) de combates de gladiadores de carácter funerario como el que en origen tenían dichos juegos cuando fueron introducidos los romanos” (A. Blanco, 1988). Esto nos sirve a modo de aperitivo para lo que vamos a tratar a continuación y nos vincula a la vez con otra cita, esta vez extraída de Tito Livio, que dice en referencia a un entierro:
“(…) dicen que Aníbal hizo elevar una pira a la entrada de su campamento, que el ejército desfiló en formación, que los hispanos ejecutaron sus danzas típicas con los acostumbrados movimientos de armas y cuerpos” (Tito Livio, 25, 17, 4).

No podemos encontrar combates de gladiadores en Roma hasta una época ya avanzada, es decir, en el siglo III a.C. No obstante, a partir de que se fueron dando a conocer, se fueron haciendo cada vez más populares hasta alcanzar en época imperial el puesto de espectáculo preferido por los romanos. En época de Augusto, se llevaron a cabo unas reformas políticas y sociales que convirtieron luchas de gladiadores y cacerías en un único espectáculo conocido bajo el nombre de munus legitimum y pasaría a ser un monopolio del Emperador y una obligación para los nuevos magistrados urbanos de las provincias, al tener que ofrecer estos juegos de manera anual.
Relieve del siglo II con carreras de carros, uno de los ludi que se celebraban durante determinadas fiestas religiosas romanas.

Según Ruíz de Arbulo, este fenómeno conocido como los spectacula se diferencia del término spectaculum en que los spectacula eran celebraciones colectivas, públicas y gratuitas, ofrecidas al conjunto de la población y que se ceñían a un calendario religioso. Algunos de estos espectáculos relacionados con el calendario religioso serían: los Ludi Romani o Ludi Magni, celebrados en honor de Júpiter Capitolino; los Ludi Circenses (las carreras de carros) o los Ludi Scaenici (danzas, cantos, mimos y piezas teatrales). Para poder permitir la asistencia de la población, los días en los que se celebraban dichos espectáculos eran declarados nefasti (a pesar de que el nombre nos evoca al término nefasto, eran simplemente días de descanso).

No obstante, en Roma, el que es conocido como uno de los padres de la Iglesia, Tertuliano, nos ofrece una explicación sobre el origen de estos combates. Según Tertuliano, los combates de gladiadores y las venationes eran en origen sacrificios humanos realizados durante actos funerarios, los cuales tilda de un carácter cruel (Tertuliano. De Spectaculis, XII, 6).

Otras fuentes que nos hablan de los combates de gladiadores son Valerio Máximo y Livio, ambos de época de Augusto. Además, se puede encontrar un precedente claro en los ritos funerarios realizados para Patroclo en la Iliada de Homero (Homero, Ilíada, XXIII, 802-825). Por otro lado, encontramos autores más tardíos que nos sitúan en lo que son los combates de gladiadores como una práctica tomada de los etruscos en ese contexto de rito funerario. Estos autores son Ateneo (IV, 153) e Isidoro de Sevilla (Orígenes, X, 247).


Munera gladiatoria

De manera somera, y para conocerlos un poco, veo necesario hablar sobre los miembros que formaban la llamada familia gladiatoria (J. Ruíz de Arbulo, 2006, 245-247). Los gladiadores eran comprados a un lanista, cuyo lugar de trabajo y zona de entrenamiento de los gladiadores era el munus, para que se exhibieran en las luchas de gladiadores (munera gladiatoria) estos magníficos atletas que gozaban del favor y admiración de los espectadores de la Roma clásica. Que los combates fueran a muerte es algo muy inusual, por no decir que era algo raro de ver al menos hasta bien avanzada la época imperial, pues el lanista los mantenía y no dejaba ir así como así una inversión que le había costado tiempo y dinero.

En las ciudades romanas, los munera (combates de gladiadores) se celebraban según la antigua tradición descrita por Vitrubio en la propia plaza del forum, donde ponían vallas y gradas de madera apoyadas en los pórticos perimetrales. No obstante, a principios del siglo I a.C., algunas ciudades de la Campania construyeron edificios estables en piedra para la celebración de estas luchas de gladiadores. Años más tarde, como aparece en el ya nombrado Res Gestae de Augusto y en los Diez Libros de Arquitectura de Vitrubio, este tipo de edificios aparece con el nombre de Amphiteatrum.

Al principio, los gladiadores eran reclutados entre los prisioneros que provenían de las guerras de Roma con el exterior. Pero también se testimonian casos de personas libres que bajo su responsabilidad practicaban dicho oficio. Normalmente, la carrera de los gladiadores no permitía sobrevivir a muchos combates y el destino era tarde o temprano en muchos casos morir en la arena. Aun así,  podían obtener la rudis (espada o bastón de madera que simbolizaba la libertad del gladiador) y conseguir tu libertad tenían que pasar 3 años, pero la libertad total simbolizada por el pileus (gorro frigio) no se conseguía hasta los 5 años, como explica Ulpiano.
Mosaico que representa el combate entre el secutor Astyanax y el retiarius Kalendio. Museo Arqueológico Nacional (MAN).

Este es un tema que daría para todo un ensayo sobre el asunto, pero como no es el tema que nos atañe, paso a nombrar los títulos o nombres de los distintos combatientes de este ludus gladiatorium (juego de gladiadores): el samnita (samnis), el galo/mirmilón, el tracio (traex), el retiario (retarius), el perseguidor (secutor)/ provocador (provocator)/ contraretiario (contra-retiarius/ scissor), el hoplómaco (oplomachus), el jinete (eques), el combatiente sobre carro (essedarius), el arquero (saggitarius), el lacero (laquerarius/paegniarius), el velite (veles), el gladiador con dos espadas (Dymachaerus) y el bufón (paegniarius).


Venationes, damnationes y certamina graeca

Otros de los juegos realizados en el Roma serían la venationes, las damnationes y las conocidas como certamina graeca. En primer lugar, en cuanto a las venationes, el término procede venatio, que significa caza. La caza, en todo el mundo antiguo, ha sido siempre una actividad que comportaba honor, digna de reyes y aristócratas. En Roma, esta práctica surgió en el siglo II a.C. en grandes leporaria o recintos privados de caza.

Ya con el sentido de las venationes públicas realizadas a cabo en Roma, surgirán en un movimiento conjunto con la expansión de Roma. En los Ludi Romani, celebrados en el Circo Máximo, era donde se presentaba al Senado y al Pueblo de Roma los animales exóticos capturados por las legiones durante las guerras, como prueba de victoria y dominación. Según Verrius, una de las fuentes utilizadas por Plinio, los animales eran cazados con lanzas debido a que no se consideraba oportuno el conservarlos vivos ni regalarlos a monarcas amigos.
Escena con venatio del mosaico de Villa Borghese.

Livio data la primer gran venatio celebrada en Roma, en el año 186 a.C., de la mano de M. Fulvio Nobilior. En estos juegos se dice que se cazaron por primera vez leones y panteras, conocidas como ferae africanae, en el Circo Máximo. Pero, poco a poco, estas venationes pasaron a ser una más de las ceremonias de los Ludi Megalenses y los Ludi Romani.

Otro de los espectáculos de la Antigua Roma (J. Ruíz de Arbulo, 2006, 232) eran las damnationes, un espectáculo que si, en principio, era la pena capital, se convierte en un espectáculo que sirve como castigo y advertencia para quienes lo ven. Este acto, la damnatio ad bestias, se documenta por primera vez en el año 167 a.C. Dicho espectáculo luego pasó a asociarse equívocamente con las munera gladiatoria realizadas en los anfiteatros. Normalmente, en las damnationes, el condenado era devorado por fieras, lo cual se acabó extendiendo también a los prisioneros de guerra y criminales comunes, cuya muerte pública se convirtió en un espectáculo habitual.
Panteras devorando a un criminal. Mosaico romano del siglo III. Museo Arqueológico de Susa (Túnez).

Dejando de lado las damnationes y su carácter punitivo, existe otro espectáculo más interesante a nivel deportivo que el anterior, la certamena graeca. En estas competiciones atléticas ofrecidas por primera vez por M. Fulvio Nobilior en el año 186 a.C., los athletae (o atletas) griegos realizaban una serie de actividades de carácter atlético tales como la lucha, acrobacias, carreras y demás. No obstante, Roma tardaría aun 100 años en volver a producir otro espectáculo como este y a acostumbrarse a ellos. De este modo, siempre se celebraban como un acto conmemorativo sobre una victoria.

Ahora debemos plantearnos ¿Qué es el munus legitimum? Pues bien, durante el siglo I a.C., la celebración en Roma de juegos de gladiadores y cacerías de fieras salvajes por parte de los principales personajes de la política romana (Pompeyo y César) había alcanzado unas cifras en gastos desorbitadas. Por ello, finalmente, Augusto, en el año 22 a.C., acabaría por promulgar una ley para restringir los combates públicos de gladiadores a no más de dos al año.

Tal fue la importancia adquirida por estos actos que el mismo Augusto incluyó en uno de los capítulos de sus Res Gestae, su testamento político grabado sobre dos columnas de bronce delante de su mausoleo, con las características de los munera y venationes dedicados a su persona en Roma (Augusto, Res Gestae, 22).

Esto ya nos habla sobre la importancia que tenían estas actividades para la vida diaria y el espacio que podían ocupar en el pensamiento político de los emperadores. No obstante, quedaría pendiente de futuro estudio cada uno de estos munus legitimum.

Un saludo,
Fdd. Remus Okami


Bibliografía

- ALVAREZ MARTÍNEZ, J. M. (coord.), ENRÍQUEZ NAVASCUÉS, J. J. (coord.) et al. (1992): El Anfiteatro en la Hispania Romana. Coloquio Internacional. Mérida.
- LILLO, F. (2011): Gladiadores, mito y realidad, ed. Evohé Didaska.
- RUÍZ DE ARBULO, J. (2006): L’Amfiteatre de Tarraco i els espectacles de gladiadors al món romà. Fundación Privada Liber. Tarragona.

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