sábado, 15 de febrero de 2020

¿Hacemos el medievo? El feudalismo

Introducción


Tras la caída del Imperio Carolingio, asistimos poco a poco a la consolidación de las aristocracias locales. Tradicionalmente, se ha dado como punto de partida del feudalismo el año 877 d.C., año en el cual se realiza el capitular de Quierzy, puesto que es en este documento en el cual se instaurará la herencia de los honores otorgados por la corona.

Estas aristocracias locales que surgen de la fragmentación del poder territorial se organizan bajo distintos nombres, cada uno de ellos con una consideración distinta. En el occidente europeo, van a ser comunes los reinos, condados, principados, castellanías, etc. Básicamente, la diferencia entre estos poderes de facto va a estar en quién gobierna bajo este sistema: si es un rey, será un reino; si es un condado, esto quiere decir que hay un conde actuando normalmente bajo representación de un rey o emperador; el polémico término de principado no tiene que ver con la existencia de un príncipe como lo vemos actualmente, sino con un princeps (término de clara herencia romana), que va a ser básicamente un primus inter pares, es decir, el primero entre iguales, un noble destacado entre los suyos; así pues, las castellanías se deben a la existencia de un castellano, o lo que es lo mismo, un noble que habita en un castillo.

Todo lo que van a tener en común todas estas instituciones tan distintas es la pertenencia a un castillo, lo que se traduce a su vez en la existencia de bandas armadas que habitan el castillo y un distrito castral (campamento militar) para guarnecer y adiestrarse las tropas que van a defender el castillo. El propósito que va a mover a todos estos poderes fácticos va a ser la privatización del privilegio del ban.

Nada descabellada sería la duda al respecto de qué es este llamado poder o privilegio de ban. Este término cuyo origen sea germano hacía en origen referencia a aquellas personas que ejercían el poder militar a titularidad privada, siempre claro, dentro de un territorio bien delimitado. Continuando con el asunto del poder que ejercían las aristocracias locales desde sus castillos, podemos entender que el auge de estas instituciones locales con poder militar responde a la necesidad de someter a las comunidades campesinas.

En este discurso parece ser que nos hemos olvidado (aunque no sea así) de otro tipo de aristocracia local: la Iglesia. Y es que "con la Iglesia hemos topado" (como diría el ingenioso hidalgo Don Quijote), ya que esta institución tras la caída del principal poder que la sustentaba en occidente, va a intentar sobrevivir como pueda mediante usurpaciones de propiedades (un ejemplo a recordar serían las Donaciones de Constantino a la Iglesia, que luego, en el Renacimiento, Lorenzo Valla hallará su falsedad en la mayoría de estas), la creación de iglesias propias (entendámoslo como distintas órdenes monásticas que de manera individual subsisten bajo una norma común) o la desarticulación jerárquica (como consecuencia de todo lo anteriormente expuesto).
Ilustración que representa a Juan II nombrando a sus caballeros (ss. XIV-XV d.C.)

En términos sencillos, y recapitulando lo ya expuesto, el sometimiento de las comunidades campesinas al poder de los castillos sumado a la privatización del poder de ban y la actuación de la Iglesia, va a articular el conocido como proceso de feudalización. La feudalización va a hacer que empecemos a hablar en términos de señorío banal, señorío jurisdiccional, articulará el sistema de parroquias, y creará la dicotomía guerrero-campesino, entre otros conceptos.

Pacto feudovasallático


Ahora bien, ¿en qué se basa este sistema feudal? La base del sistema feudal, a través del cual se va a entretejer una compleja red que conecta aspectos políticos, sociales, económicos, culturales e intelectuales, va a ser el contrato feudovasallático, el cual se llevará a cabo entre un señor y su vasallo.

Dicho pacto feudovasallático se va articular de manera contractual mediante una serie de ceremonias que van a sellar esta unión. De este modo, el vasallo deberá rendirle homenaje a su señor, mientras que el señor realizará la investidura. En este momento, debemos de entender que tanto el señor como el vasallo son dos personas en igualdad de condición social que se comprometen mutuamente a una serie de vínculos para controlar el territorio.
Representación de la inmixtio manum del Liber Feudorum Maior, escrito por Ramón de Caldes

Por un lado, el vasallo mediante el homenaje va a llevar a cabo toda una serie de rituales que lo vincularán con su señor. El protegido de este señor, el vasallo, le promete a su señor obediencia, fidelidad y servicio mediante los rituales de la sumisión (hincar la rodilla), la inmixtio manum (o imposición de manos, es decir, el señor coge las manos del vasallo en señal de protección), un juramento de fidelidad (que cambiará dependiendo del caso) y, finalmente, el osculum pacis (o beso de la paz). Dichos rituales de homenaje traen consigo dos obligaciones que han de cumplir hacia su señor: auxilium (proporcionar ayuda militar) y consilium (dar consejo cuando su señor lo necesite). De este modo, el señor va a conformar la llamada hueste feudal (su ejército personal).
Representación de una hueste feudal en una edición medieval del Cantar del mio Cid

Por otro lado, el señor realiza el ritual de la entrega de un objeto simbólico (a todos nos suena el ritual de la espada sobre el hombro pero este será uno de tantos ejemplos) y tendrá unas obligaciones que cumplir con su vasallo, es decir, darle protección militar y una manutención con la que pueda sobrevivir. De este modo, el pacto feudovasallático se articulará con la entrega de un feudo, un territorio que servirá como manutención para su vasallo.

El Feudo

Recreación de la organización de un feudo

El feudo se va a convertir en una estructura que va a articular los aspectos de la vida diaria de todos los habitantes del mismo. Podríamos desglosar la importancia del feudo en 5 aspectos básicos: el señorío, la propiedad compartida, un linaje (nobleza), la jerarquía vasallática y la ideología feudal.

En primer lugar, el señorío es un aspecto complejo por sus dos vertientes: la humana y la física. La parte más humana del señorío hace referencia a las personas que en él viven su día a día, mientras que la parte física hace referencia a la tierra, al territorio. No obstante, estos dos aspectos engloban a su vez dos conceptos importantes:
  • Señorío territorial: institución que nace en época carolingia y hace referencia a la relación con la tierra. Este tipo de señorío sería el que más podemos relacionar con el feudo, es decir, el territorio. Sin embargo, para la historiografía, es muy difícil diferenciar el señorío territorial del señorío jurisdiccional y hasta donde se separan ambos conceptos.
  • Señorío banal: institución que surge en la Edad Media en el reino franco que con un carácter político-territorial administra el poder de mano. Representa la capacidad del señor a la hora de aplicar el poder sobre su territorio, y suele conocerse como un precedente del concepto de soberanía territorial en los Estados-Nación.
El segundo aspecto que articula el feudo es la propiedad compartida. Es decir, tanto el señor como su vasallo comparten la titularidad del señorío, pero cada uno obtiene del pacto feudal un aspecto distinto de la propiedad. El señor va a mantener el dominio eminente, lo que quiere decir que mantendrá la titularidad y el poder sobre esa propiedad, pero el vasallo tendrá la capacidad de explotar las tierras para su manutención y beneficio propio, como venía estipulado en el contrato de ambos, lo que se conoce como dominio útil o usufructo.

Indispensable es la siguiente faceta que articula el feudo. Para poder hablar de un feudo, ya hemos comentado que debe de haber un pacto entre dos nobles (contrato feudovasallático), y el noble vasallo va a ser quien tenga el dominio útil sobre dicho feudo. De esta manera, el feudo viene ligado por el linaje. La existencia de un linaje, es decir, de una familia nobiliaria, quiere decir que existe un vínculo hereditario por el cual se transmite el linaje, así como una concepción patrimonial de la familia. Así pues, el linaje va a ser la manera que van a tener las familias nobles de vincularse con feudo, y para ello, van a recurrir a toda una serie de señas que los identifiquen; pueden ser simbólicas, como sería el caso de los escudos heráldicos (que se remontan al siglo XI d.C.), o genealógicas, en base a la patronimia (así forjan un nombre en base al antepasado que crea el linaje familiar; por ejemplo, de Bermudo, los Bermudez, de Rodrigo, Rodriguez, etc.), una práctica que también será común en tierras musulmanas durante la Edad Media.
Hueste medieval portando sus heráldicas. Códex Manesse (1305-1340)

Directamente relacionado con el linaje encontramos las jerarquías vasalláticas. En los feudos, se va a tener que establecer una especie de "subcontratación" feudal para establecer el orden en el territorio. A través de estas jerarquías vasalláticas, se establecerán redes políticas y un estamento de caballería. Ambos aspectos acabarán conformando las huestes feudales, es decir, las huestes que lucharán por defender el feudo, y las cortes que darán consejo al señor feudal, que como ya sabemos tiene responsabilidades similares con el señor que le otorgó dicho feudo.

Por último, no podemos olvidarnos del mecanismo más importante para cohesionar esta sociedad, el establecimiento de una ideología feudal. Esta ideología, de base claramente teológica, pretendía articular la jerarquía social. A través de la denominada Teoría de los Tres Órdenes formulada por Adalberón de Laon en el año 998 (y estudiada por George Duby), la sociedad quedaría dividida en 3 escalafones de acuerdo con la función que desempeñasen: 

“El orden eclesiástico no compone sino un solo cuerpo. En cambio la sociedad está dividida en tres ordenes. Aparte del ya citado, la ley reconoce otras dos condiciones: el noble y el siervo, que no se rigen por la misma ley. Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todo el pueblo, a los grandes lo mismo que a los pequeños y al mismo tiempo se protegen a ellos mismos. La otra clase es la de los siervos. Esta raza de desgraciados no posee nada sin sufrimiento. Provisiones y vestidos son suministrados a todos por ellos, pues los hombres libres no pueden valerse sin ellos. Así pues, la ciudad de Dios, que es tenida como una, en realidad es triple. Unos rezan, otros luchan y otros trabajan. Los tres ordenes viven juntos y no sufrirían una separación. Los servicios de cada uno de estos ordenes permiten los trabajos de los otros dos. Y cada uno a su vez presta apoyo a los demás. Mientras esta ley ha estado en vigor el mundo ha estado en paz”. De Adalberón de Laon en Carmen ad Robertum regnem francorum (998 d.C.).


 De esta manera, esta sociedad con carácter sacro ideada por los monjes (pero puede que sin mucha incidencia en el ideario colectivo más allá de los momentos donde esta ideología sirviera a un propósito, como durante las Cruzadas) se dividía en bellatores (los que hacen la guerra, los señores guerreros), los oratores (los que rezan, el clero) y los laboratores (los que trabajan la tierra, los campesinos).

Conclusión

Fragmento del Tapiz de Bayeux (1082-1096 d.C.)

Por último, hay que recordar que el origen del feudalismo lo podemos encontrar en 3 pilares básicos: en primer lugar, la dificultad que había en las antiguas ciudades para el comercio debido a las inexistentes vías de comunicación terrestre y la peligrosidad de las existentes, lo que condujo a que la gente de la Alta Edad Media le diese mucha importancia a la agricultura, pero también a que no pudiera haber un sistema de comercio enfocado al exterior, y se dedicasen puramente a una economía de subsistencia.

En segundo lugar, la inseguridad en las fronteras (provocada por las invasiones de distintos grupos migratorios: musulmanes, húngaros y vikingos) llevó a una crisis urbana que se materializó en una incipiente ruralización, es decir, un éxodo de población que partía desde las ciudades a las zonas rurales, en concreto, a los feudos en busca de la protección que proporcionaba un señor con su castillo.

En tercer lugar,  inseguridad fronteriza va a producir un sentimiento de terror y, en general, la necesidad de protección de las gentes indefensas, como serían los campesinos, puesto que no tienen armas ni medios para defenderse, desencadenaría que los reyes cediesen el usufructo y gestión de sus tierras a nobles para que se encargasen de la protección de los dichos territorios que conformarían su feudo.

Un saludo, clionautas.
Fdd. Remus Okami

Bibliografía


  • ARROYO,Francisco; Feudalismo y señorío en Europa. Ed. Paraninfo universidad. 2018.
  • DUBY, Georges. Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo. Ed. Taurus. 1992.
  • LE GOFF, Jacques; La civilización del occidente medieval; ed. Paidos, 1999.
  • MONTANELLI, I. y GERVASO, R. Historia de la Edad Media. Barcelona: Mondadori, 2000.
  • PORTELA, Ermelindo; El cambio feudal. El hombre y la tierra. Señores y campesinos. Artículo en Historia de la Edad Media, ed. coordinada por S. Claramunt; Ariel Historia, 2006.

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