Entre 1545 y 1563 tuvo lugar el Concilio ecuménico de Trento. Su convocatoria, realizada por Pablo III a instancias del emperador Carlos V, fue un intento de solucionar los graves problemas que aquejaban a la Iglesia católica: la Reforma protestante (iniciada en 1517) y una crisis interna de la Iglesia que se arrastraba desde la Baja Edad Media en forma de corrupción y nepotismo entorno a la curia vaticana.
Como solución a tales circunstancias, inició un proceso de reacción que surgió de Trento y que es conocido como Contrarreforma, que adoptará 3 grandes resoluciones:
- Se reafirmó el dogma católico.
- Se aceptó la necesidad de reformar la Iglesia católica.
- Se fundó la Compañía de Jesús para ratificar la supremacía del Papa.
Por aquel entonces también asistimos al auge de la monarquía absoluta, que suponía una ratificación de las monarquías autoritarias del siglo XVI, pero con una percepción más exclusivista del poder. El rey absoluto tenía un dominio omnipotente sobre su reino, sin ninguna institución o grupo social que limitase sus iniciativas. ¿Cómo podía justificar semejante actuación? Haciendo que la fuente de su autoridad fuese de origen divino.
En Francia, podemos observar cómo tras las Guerras de Religión (siglo XVI) existía una necesidad de implantar una autoridad incontestable, y ahí fue donde la monarquía absoluta encontró un nicho en el que hacerse hueco, pero, sobre todo, destacaría la figura de Luis XIV, apodado el Rey Sol.
Retrato de Luis XIV de Hyacinthe Rigaud, 1701, Museo del Louvre, París (Francia). |
Por lo tanto, el siglo XVI fue un momento en el cual los dos poderes (el Papa y los monarcas absolutos) asistieron a la consolidación de su carácter incontestable, aunque a veces estos dos rivalizasen entre sí. Por ello, el programa político de ambos poderes incluyó un proyecto de promoción en el que las nuevas formas de expresión barrocas se convirtieron en el vehículo idóneo para hacer valer su poder.
En el siglo XVII vamos a encontrar también ciertas especificidades que van a forjar ciertas estructuras mentales que van a adecuarse perfectamente con las propuestas artísticas del Barroco:
- La mentalidad humanista precedente va a dar paso a una nueva concepción más pesimista y angustiosa de la realidad.
- La influencia de la religión también condicionó la mentalidad de la época, ya que surgieron nuevas exigencias litúrgicas y una exaltación de la fe en grandes demostraciones (el culto a la Eucaristía, a la Virgen y a los santos sirvió para exaltar el esplendor ceremonial del Barroco dentro y fuera de las iglesias).
- La crisis económica, las epidemias y las guerras desarrollaron una visión catastrófica de la vida, y de su carácter efímero y azaroso, así como la preocupación por la muerte sirvió para normalizar de cierta manera el trance al otro mundo.
Todas estas preocupaciones, configuraron una cosmovisión concreta que se adaptaba a la perfección a la estética barroca, o, dicho de otro modo, encontró en el Barroco su medio de expresión más apropiado.
Persuasión y poder en el Arte Barroco
El Barroco fue un período artístico que se desarrolló fundamentalmente durante el siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII (aprox.), aunque bien sea cierto que, en el siglo XVIII, dicho período pasaría a conocerse como Rococó. No hay que concebir al Barroco como una ruptura del Renacimiento, sino como una evolución del mismo teniendo en cuenta la ruptura que el manierismo había hecho con la pureza clasicista. Este nuevo estilo va a estar marcado por un gusto por el movimiento y una aparente carencia de regularidad.
Una de las características más destacadas de este estilo es el uso del arte como un factor de persuasión, pero ¿qué tipo de persuasión? En los países católicos, el poder religioso vio en el Barroco un aliado de la Contrarreforma, por lo que se aprovechó dicho arte como medio de oposición y de evangelización. Este mismo sentido de persuasión lo van a utilizar los poderes civiles como elemento de propaganda política, para exaltar el poder del absolutismo monárquico.
Sin embargo, en los países de talante protestante, donde había triunfado la Reforma y la burguesía tenía un importante papel social y político, como Flandes, se aprovechó el sentido realista de la estética barroca para mostrar a los burgueses en sus labores cotidianas y representar motivos agradables y de la vida diaria en la decoración de sus viviendas.
La arquitectura barroca aportó un tratamiento anticlásico y antirracional a los elementos constructivos y decorativos clasicistas de épocas pasadas. En todas las manifestaciones artísticas estuvieron presentes la idea de la teatralidad, el engaño, la generación de imágenes y espacios irreales, con un especial desarrollo en la arquitectura. Las nuevas construcciones se caracterizaron por:
- El uso de formas cóncavas y convexas en las fachadas.
- El uso de elementos que produjeran resaltes y hundimientos favoreciendo efectos de claroscuro y de relieve.
- La incurvación de los entablamentos, la ruptura de los frontones y las columnas retorcidas (salomónicas).
- El gusto por las formas curvas de las plantas, las paredes y las esquinas, generando sensación de movimiento.
- La decoración creada con la luz generando contrastes entre zonas oscuras y otras iluminadas.
- La decoración de las bóvedas con trampantojos (pinturas que engañan a la vista creando una sensación de profundidad inexistente).
- Planta oval o elíptica.
Por otro lado, el conflicto espiritual entre católicos y protestantes hizo que el templo tuviera un papel singular, especialmente en los países católicos. Tras la Contrarreforma se impuso la planta de cruz latina, aunque podemos seguir encontrando plantas centralizadas. El modelo en el cual se basarán todas las iglesias barrocas será la Iglesia de Il Gesù de Vignola, cuyo origen nos retrotrae al Cinquecento.
Iglesia de Il Gesù de Jacopo Vignola en Roma (Italia). |
El palacio será el otro edificio destacado del Barroco, ya que será donde resida el poder, la monarquía absoluta. La nueva fuerza del monarca se va a transmitir a través de construcciones de gran tamaño y elementos que mostraran la riqueza y el poder del rey (como los órdenes gigantes). De igual modo, estos palacios estarán embellecidos con esculturas y pinturas que podían relacionarse con los monarcas.
Además, las ciudades capitales durante el Barroco, como centros de poder que eran, contarán con un plan urbanístico planteado para acoger a grandes multitudes con grandes avenidas que proporcionarán amplias perspectivas visuales, facilitaban el tránsito de personas y enlazarán con puntos emblemáticos de la urbe.
Italia y el origen de la arquitectura barroca
Carlo Maderno fue el primer arquitecto que mostró en sus edificios los rasgos característicos del Barroco. Fue él quien concluyó la Basílica de San Pedro del Vaticano añadiéndole un cuerpo a los pies que transformó el edificio centralizado planificado por Bramante y Miguel Ángel en una planta longitudinal. Para destacar su obra, añadió un orden gigante corintio, dándole un fuerte sentido de horizontalidad.
El siguiente no podía ser otro que el polifacético Gian Lorenzo Bernini, originario de Nápoles, que se trasladó a Roma en el año 1605 y allí realizó también función de escultor y pintor. Fue el arquitecto más importante del Barroco italiano porque asentó los fundamentos del nuevo estilo.
En 1624, construyó el baldaquino de la Basílica de San Pedro, justo bajo la cúpula, del cual destaca su decoración junto con las cuatro columnas salomónicas con entablamento de cortinajes (teatralidad).
Entre 1657 y 1677 construyó la plaza de San Pedro del Vaticano, en la que utilizó magníficos efectos de perspectiva y un uso ilógico de elementos clásicos aportando una simbología católica. Esta plaza puede dividirse en dos tramos:
- Una planta trapezoidal, próxima a la Basílica, con cuya forma logra un efecto de perspectiva.
- La zona amplia de la plaza que configuró en forma de dos brazos elípticos enmarcado por una columnata de carácter gigantesco.
El mismo Bernini explica su forma: “[Los brazos de la Iglesia] abrazan a los católicos para reforzar su creencia, a los herejes para reunirlos con la Iglesia, y a los ateos para iluminarlos con la verdadera fe”. También es cierto que esta plaza confiere al conjunto una planta con forma de llave, cuya simbología es una referencia a las llaves del Cielo que porta San Pedro.
Entre su arquitectura civil, por otro lado, destacaría el Palagio Chigi-Odescalchi, donde fijó el prototipo de fachada barroca.
El otro gran arquitecto del Barroco romano sería Francesco Borromini, nacido en Milán, aunque desde 1620 trabajó en Roma. Sus primeros pasos en la arquitectura los daría en el Vaticano bajo las órdenes de Maderno y, más tarde, bajo las de Bernini, con quien se confrontaría a nivel personal y estético. Desde entonces, las órdenes religiosas que lo financiaban “cerraron el grifo” a Borromini y no pudo usar materiales de primera calidad ni pudo construir grandes edificios.
Frente a la contención casi clasicista de Bernini, a nivel estético, Borromini jugó con la arquitectura haciendo muros con curvas y contracurvas, inventando elementos y buscando cambios lumínicos, movimiento y efectos sorpresa.
San Carlos de las Cuatro Fuentes de Borromini (1638-1641), en Roma. |
Todos estos rasgos los podemos encontrar en la iglesia de San Carlos de las Cuatro Fuentes, en Roma, donde utilizó una planta ovalada con elementos cóncavos y convexos que, a través de las paredes, se trasladaban a la cúpula. La fachada contaba con formas que otorgaban movimiento y rompían las normas arquitectónicas anteriores. Pero la gran sorpresa espacial la encontramos en el pequeño claustro. Otra iglesia suya destacada sería Sant’Ivo alla Sapianza. Y, entre sus últimas obras, destaca el colegio de Propaganda Fide, que le pertenecía a la Compañía de Jesús.
Cambiando el punto de mira a Venecia y Turín, encontramos una arquitectura más cercana a la tradición renacentista de Palladio que a la romana. Baldassare Longhena fue el maestro arquitecto que edificó la iglesia de Santa María de la Salud en la entrada del Gran Canal de Venecia.
Santa María de la Salud (1631-1687) de Longhena , Venecia |
El Barroco piamontés, con capital en Turín, tuvo mayor preocupación por el urbanismo y sus construcciones. Encontramos al matemático Guarino Guarini que añadió elementos tan dispares como las bóvedas de crucería califal y elementos de la arquitectura siciliana. Estos ejemplos los podemos encontrar en la capilla del Santo Sudario de la catedral de Turín, o la Iglesia de San Lorenzo.
Capilla del Santo Sudario (1668-1694), Guarino Guarini |
Otro turinés destacado sería Filippo Juvarra, quien tuvo más similitudes con la concepción clasicista de Bernini y acabó configurando el modelo de palacio barroco, como se ve en la fachada del Palacio de Madama. Juvarra, en 1735, se trasladó a Madrid para diseñar el Palacio Real de Madrid tras el incendio del alcázar madrileño en 1734, finalizando el palacio su discípulo Sacchetti.
Palacio de Madama de Turín (arriba) y Palacio Real de Madrid (debajo).
Arquitectura barroca: Francia, Centroeuropa y Gran Bretaña
Si en Italia hemos visto que se crea el prototipo de palacio barroco, es en Francia donde desarrolla su función de ensalzamiento de la figura del monarca, primero, con Luis XIII (de la mano de los cardenales Richelieu y Mazarino) y, luego, con Luis XIV.
Versalles fue el palacio donde más se desarrolló la estética barroca francesa para más tarde ser imitado por otros muchos monarcas. Versalles era el palacio de caza de Luis XIII y había sido construida con su característica planta en U de los palacios franceses. Luis XIV, atraído por el lugar, lo amplió en 3 etapas:
- En la primera (1661-1668), el arquitecto Louis Le Vau alargó las alas laterales para convertirlo en un palacete.
- En la segunda (1668-1678), el mismo arquitecto envolvió el antiguo edificio con una nueva construcción, con una fachada orientada hacia el jardín siguiendo el modelo barroco italiano.
- En la tercera (1678-1700), Jules-Hardouin Mansart añadió dos alas transversales. En la planta principal se dispusieron amplios salones decorados con paredes de mármol y pinturas al fresco en los techos. El más conocido es la Galería de los Espejos.
Otro lugar emblemático de Versalles es su jardín, que ocupaba una gran extensión al oeste del palacio y fue diseñado por André Le Nôtre, que lo estructuró en avenidas y caminos con trazado geométrico. Además, estaba todo decorado con estatuas y fuentes, aludiendo al poder de Luis XIV.
En Centroeuropa, la arquitectura barroca se desarrolló a partir del último tercio del siglo XVII, teniendo su máximo apogeo en el XVIII. En general, se caracterizó por una pervivencia de las tradiciones góticas a las que se sumaron influencias italianas y, especialmente, francesas (modelo Versalles en los palacios).
En Austria, Johan Fischer von Erlach apostó por la monumentalidad de sus edificios para simbolizar la grandeza del Sacro Imperio Romano Germánico. Esto lo podemos observar en la iglesia de San Carlos Borromeo de Viena.
En Alemania, el representante de este movimiento será Daniel Pöppelmann, autor del conjunto del Zwinger (Dresde), un monumental espacio a modo de patio para un palacio que no llegó a construir destinado a la celebración de ceremonias.
Por último, en Gran Bretaña, el Barroco siguió su propio ritmo como ya había sucedido en estilos anteriores. Esto se debe a la falta de una monarquía con rasgos absolutistas y la influencia de la Iglesia anglicana ajena a la Contrarreforma. Además, la tradición gótica y el gusto inglés por las formas renacentistas frenaron la expansión de la arquitectura barroca.
Será Christopher Wren el principal arquitecto barroco británico, que tras el incendio de Londres de 1666, planificó un nuevo trazado urbanístico que nunca pudo llevar a cabo. No obstante, su obra más destacada fue la catedral de San Pablo en Londres con una cúpula sobre un tambor rodeado por una columnata.
La escultura barroca. Italia y Francia
Como pasaba con la arquitectura, la escultura barroca va a buscar la exaltación del poder, siendo Italia el centro principal de la escultura de persuasión religiosa, aunque podamos encontrar también ejemplos mitológicos, retratos, etc. La escultura era parte de una escenografía estudiada al milímetro, en la que se tenía en cuenta cada detalle: la incidencia de la luz, las perspectivas desde los puntos de visualización, etc. De esta manera, las obras de este período buscaban el movimiento, las curvas y los efectos claroscuros.
El máximo exponente de la escultura barroca en Italia vuelve a ser el polifacético Bernini, cuya obra, de gran modernidad y trascendencia, alcanzó un gran poder expresivo hasta el punto de que lograba mostrar un fiel reflejo de los estados anímicos y el poder de la personalidad que representaba. Sus obras principales fueron la figura de David (1623) y el grupo escultórico de Apolo y Dafne (1622-1625).
Grupo escultórico de Apolo y Dafne de Bernini. Resalta la tensión del momento en el que Dafne se convierte en laurel, rasgo que anticipa la corona de laurel que porta Apolo. |
Ya en su madurez artística esculpió el Éxtasis de Santa Teresa (1647-1652), donde manifiesta un genial tratamiento de los plegados en los ropajes, destacaba otra vez la expresividad de sus figuras y tuvo detrás un exhaustivo estudio de las figuras para que pareciese flotaban sobre las nubes. Todo el conjunto de la obra, junto con los rayos de oro y una cúpula de la cual extrae luz natural promueve la teatralidad de la obra.
Éxtasis de Santa Teresa de Bernini. El rostro de Santa Teresa deja entrever que se trata de un momento de clímax. |
Bernini también realizó retratos de busto, captando los rasgos físicos y el carácter del personaje, como muestra el busto de Luis XIV. En sus sepulcros, donde también retrataba al difunto, fijó una nueva tipología ligada al Barroco en las que entremezclaba mármol con bronce. Destacan los sepulcros de Urbano VIII y Alejandro VII.
Asimismo, Bernini realizó varias fuentes en la ciudad de Roma, como la Fuente de los Cuatro Rios, de gran movilidad y monumentalidad, que junto a la iglesia de Borromini, refleja también el enfrentamiento entre ambos en sus figuras representadas, haciendo que no quieran ni mirar la fachada del edificio.
Fuente de los Cuatro Ríos (1648-1651) de Borromini. |
En Francia, el absolutismo hizo que fuese el centro de la exaltación monárquica, ya que la mayoría de las esculturas francesas del siglo XVII se esculpieron para decorar el palacio y los jardines de Versalles, entre los cuales van a destacar temáticas profanas centradas en los retratos y temas mitológicos.
Apolo servido por las Ninfas de François Girardon. Rememora las composiciones de la escultura griega de época helenística. |
François Girardon realizó el grupo de Apolo y las Ninfas (1666-1675) con una estética claramente clásica por su influencia helenística, y el Rapto de Perséfone, donde se aprecia la influencia de Bernini en sus movimientos forzados y el tratamiento de la anatomía. Además, realizó la Tumba del Cardenal Richelieu.
Rapto de Persefone de François Girardon. Un tema que ya había sido representado anteriormente por Bernini, pero tratado desde otro punto de vista. |
No obstante, fue Antoine Coysevox quien tuvo un aproximamiento más exacto a la estética barroca que poco a poco se fue imponiendo en el ámbito francés. Trabajó en la decoración de Versalles, en el que destaca el medallón de Luis XIV victorioso, representado a caballo y saltando por encima de los enemigos. Pero fue en el Retrato de María Adelaida de Saboya como Diana (1710) donde empleó los postulados más propios del Barroco.
Otro escultor de renombre, que actuó en un ambiente ajeno a la corte, fue Pierre Puget. Este escultor, gracias a su condición, pudo expresar su personalidad sin las imposiciones del arte oficial. En su Milón de Crotona (1671-1682), con gran éxito en la corte francesa, observamos un acercamiento al Barroco italiano, lleno de fogosidad y movimiento, en el que se recreó en la angustia que produce en las personas sometidas a gran tensión. Por otro lado, destacan sus Atlantes de la puerta del Ayuntamiento de Tolón, que nos recuerda en su estudio anatómico de la musculatura a Miguel Ángel al señalar la fuerza que hacen para sostener el balcón.
Atlantes del Ayuntamiento de Tolón. Se les conoce como atlantes porque como Atlas, el titán que sostenía el peso del mundo sobre sus hombros, se les representa cargando el peso de ese balcón. |
Bibliografía y webgrafía
- GUASCH FERRER, A. M.; ONIANS, J. (2008). Atlas del arte. Barcelona: Blume.- JIMÉNEZ, J. (2010): Teoría del Arte. Madrid: Tecnos.
- PEÑA GÓMEZ, M. P. (2006). Manual básico de historia del arte. Cáceres: Universidad de Extremadura.
- RAMÍREZ, J. A. (2005). Historia del Arte. La Edad Moderna. Madrid: Alianza.
- VV.AA. (2011). Mil obras para descubrir el Arte. Barcelona: Ediciones Larousse.
- www.artehistoria.es
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