El auge de un león dorado
Los sasánidas pueden
considerarse parte de la larga lista de imperios olvidados por la historia de manera injusta. El origen de los sasánidas
no es muy conocido salvo por el relato que nos cuenta que los reyes descendían
de Sasán, sacerdote de la diosa de la luna Anahita en Persia y de que uno de
sus descendientes, Arthasir I, derrotaría a los partos para proclamarse el Rey
de Reyes, para formar un segundo Imperio Persa siglos después de la caída de
los aqueménidas por Alejandro Magno.
El Imperio Sasánida sienta sus bases en la
reconstrucción iconográfica del Imperio Persa Aqueménida de Dario I o Jerjes I,
recuperando parte de las tradiciones sobre relatos mitológicos que se crean en
un ambiente de restauración.
Pero no hemos venido
aquí para hablar de su origen, sino de uno de sus mayores protagonistas, un
hombre de estado, reformista, y de un genio militar y político que no se había
visto durante generaciones, logrando proezas dignas de los más grandes
emperadores y reyes de la historia. Hemos venido a conocer al Cosroes I
Anusirwan, “alma inmortal”, pero no su persona militar, sino el administrador
que fraguó un estado que renacería de sus cenizas.
El orden contra el caos
Durante este contexto,
Persia vivía en el caos, había pasado ya un siglo de la caída del Imperio
Romano de Occidente, y romanos y persas, aún estaban luchando por la supremacía
mundial. Sin embargo, los romanos sufrieron las invasiones bárbaras del mismo
modo que los persas, ya que éstos últimos tuvieron que lidiar con dos problemas
de elevada magnitud.
El primero de ellos
respondía a un problema social, en el que los estamentos persas se estaban
viniendo abajo por el auge de un grupo revolucionario conocido como los
“mazdaquitas”, que responden a una serie de principios radicales como la
comunidad de bienes y mujeres, que rompían las bases del sistema de castas que
imperaba en Persia desde generaciones. Khavad I (449-531) reinó un imperio
agotado y fragmentado, herido de gravedad, tanto que para asegurar su posición
en el trono, tuvo que ayudarse de los revolucionarios mazdaquitas, y los hunos
eftalitas, que habían ocupado la mitad oriental del Imperio, cortando el acceso
a la ruta de la seda. La gran nobleza fue dejada de lado, mientras era
perseguida por estos revolucionarios, que destrozaban sus palacios y se
cobraban su precio en vidas, dejando a Persia en un estado de anarquismo.
"Este mural representa la eterna lucha entre el bien y el mal, Ahura Mazda (la especie de carnero de la izquierda) luchando contra Ahriman (la figura con forma de demonio de la derecha). El orden contra el caos."
El pensamiento persa se
basaba en un dualismo, una contraposición de fuerzas en constante
enfrentamiento, el orden y el caos, Ahura Mazda, el creador no creado, el dios
exaltado de Zoroastro, representante del orden en el cosmos, enfrentado a su
alma gemela, su contraposición, el mal del ser humano encarnado, Ahriman, el
caos. La monarquía a su vez representaba esta composición de dualismo
proveniente del zoroastrismo, el rey reinando sobre las bestias, poniendo orden
sobre el caos. En la monarquía durante el periodo de Khavad I, podríamos
hacernos una idea del impacto que suponía ver un rey incapaz de imponer el
orden en su imperio, además de aliarse con un grupo revolucionario que estaba
provocando la anarquía en el país y rompiendo con los esquemas sociales del
mismo.
Cosroes I se crio en
este periodo, no conocemos parte de su historia como príncipe, pero podemos
intuir que fue una persona muy presente en la política de palacio. Supo
sobrevivir a todo tipo de conspiraciones, buscó aliados allí donde pudo, y se
abrió camino para su ascensión en el trono. Cosroes I debió ser una mente maquiavélica,
conocemos que fue asesor de su propio padre en el trono. Llegó a convencer a su
propio padre que dejara de lado a su mayor apoyo, los mazdaquitas, por lo que
cuando su padre murió, nadie pudo impedir que Cosroes I ascendiera gracias a
sus nuevos aliados, la nobleza tradicional.
"Moneda del siglo VI con la efigie del Shahansa Cosroes I"
Su primera medida como rey, fue la total
persecución y exterminio del mazdaquismo, en una brutal matanza. Así se ganó el
apoyo del alto clero zoroastrista, y de la nobleza, obligando a los campesinos
a devolver las tierras que habían ocupado en la revolución. Reconstruyó parte
de los palacios y templos que habían sido destruidos, obligando a los mazdaquitas
a pagar una dote aquellos nobles a los que habían raptado a sus hijas, y que
los hijos ilegítimos de aquellas mujeres que fueron engendrados fueran
legitimados para que no sufrieran daño alguno. Persia volvía una vez más al
sistema de castas del cual se regía durante siglos: Nobles o guerreros;
sacerdotes o magos; funcionarios y campesinos; comerciantes o artesanos.
La revolución de los mazdaquitas dejó un gran
número de huérfanos entre la nobleza, llevados a la corte del rey para ser
educados y protegidos, asegurándose así una futura generación de nobles leales
y fieles al completo servicio del shahansa.
Cosroes I llegó a firmar una paz perpetua con Justiniano I el 532, justo cuando
el emperador cerraba la Escuela de Atenas abierta por Platón en la antigüedad
el 387, con una huida masiva de filósofos paganos que el rey persa, permitió
darles cobijo en su corte.
La reforma fiscal
Con el orden social
reestablecido, el rey se aseguraba cierta estabilidad y una nobleza agradecida
para poner en marcha una serie de reformas fiscales, administrativas y
militares, en un camino de centralizar el poder que tanto necesitaba el
Imperio. Yendo por partes, analizaremos la reforma fiscal.
El Imperio Sasánida
contaba con un sistema de burocracia compuesto por funcionarios, los cuales,
viajaban por los campos en el momento de recogida de la cosecha para tasarla
según su producción. Hasta ese momento, el pago se hacía en especie, y se
pagaba dependiendo de la cantidad que había.
Los campesinos fueron
la parte desfavorable de este sistema de tasación, ya que muchos funcionarios
no hacían bien su trabajo, retrasándose o mintiendo en los informes para pagar
menos, incluso algunos tardaban meses para cuando las cosechas comenzaban a pudrirse
y quedaba desperdiciada. Por parte del Estado, suponía un absurdo gasto, que
había que hacer frente para reclutar a miles de funcionarios que tenían que
repartirse por todo el gigantesco territorio.
Cosroes I impulsó un
catastro adelantado a su tiempo, un ambicioso proyecto que información del
tamaño de propiedades agrícolas, residencias, pueblos, etc. Con todo esto, se
hizo un cálculo para elaborar un nuevo impuesto en el que se hacía en tres
plazos anuales, en moneda de plata y no de especie, que dependía del nivel de
riqueza de la familia. Para los campesinos y artesanos esto supuso una gran
ventaja, ya que así tendrían con lo que demostrar su capacidad adquisitiva para
pagar el impuesto sin sufrir abuso alguno. Con el éxito de la reforma fiscal,
el rey por fin contaba con nuevas fuentes de ingresos que llenarían las arcas
reales, coincidiendo con la recuperación de la parte oriental del Imperio con
la destrucción del Imperio Huno en el 563, se pudo invertir en obras
hidráulicas, la fundación de nuevos asentamientos en zonas agrícolas… logrando
así dinero para sus proyectos de reforma militar y administrativa que tanto
ansiaba.
La
reforma militar, un ejército de seda y acero.
"Anexiones militares de Cosroes I, desde territorios romanos de Siria (Dara) y la anexión de Armenia, desde estados vasallos como los árabes lakhamíes, la actual Yemen, o el este llegando hasta el río Indo"
Concluido el punto de
la reforma fiscal, demos paso a las reformas militares que permitieron las
conquistas militares de Cosroes I. Persia dependía militarmente de las seis
grandes familias de origen parto: Guiw, Karen, Suren, Rayi, Ispabudan y Muhran,
del mismo modo que los azadan, los
“hombres libres” que formaban el grueso de la caballería persa, pequeña nobleza
con la categoría de “caballeros”. Eran los descendientes de los maryianni, los antiguos arios iraníes
que habían sobrevivido durante milenios.
El rey contaba con su
propio ejército, protagonizado por los zayedan
o “inmortales”, de número 10.000, basados en la antigua guardia aqueménida, se
sumaban a ellos otros 10.000, los pushtigban,
la guardia del rey, junto a 1000 caballeros personales. Y un ejército completo
de arqueros reales, los gunds, que
tan solo con 4.000 arqueros destrozaron un ejército romano de 30.000 en la
batalla de Anglón.
"Recreación aproximada de un jinete de caballería pesada persa. Los nobles persas entrenaban a una edad muy temprana el arte de la guerra, y era una tradición que aprendiesen el uso del arco desde que eran muy pequeños.
Desde siempre, las tropas regulares persas
estaban mal equipadas, levas de campesinos, gentes que tenían que abandonar su
tierra y llevarse lo que tuviesen más a mano a la guerra. Cosroes I era
consciente de este punto, por lo que lo compensaría con lo siguiente: los deqhans, jefes de aldeas o campesinos
ricos que podían costeare equipo ligero, pero no podían permitirse un caballo y
mucho menos una buena armadura clibanarii
persa. Por primera vez, un rey persa se aseguraría de pagar el equipo a los
deqhans, costearles monturas, y hacer
un sueldo para aquellos que se enrolaran en su ejército. Esto supuso un aumento
de caballería, siendo la más numerosa del mundo, 80.000 aproximadamente. Los deqhans se elevaron a un nivel de
prestigio, volcado en su nuevo estilo de vida dedicado a vivir por la guerra,
sobreviviendo como grupo social incluso formando parte de los ejércitos del islam.
La siguiente medida
estrella fue la instalación de tropas fronterizas, quizás basado en parte del
limes romano. Se trataba de pueblos extranjeros o montañosos los cuales
destacaron los tchole, abagsianos y akatzires, descendientes de los alanos y
tribus de las estepas, logrando un doble objetivo, hacer que estos pueblos
belicosos dejaran de atacar la frontera dejando establecerse en tierras
fértiles de su Imperio con el fin de que la defendieran. Se conoce la
existencia de un gigantesco muro que mandó construir el shahansa, comparable al Muro de Adriano cerca del Mar Caspio y
actualmente desaparecido.
Otro gran paso fue el
crear una infantería de línea capaz de hacer frente a las mejores tropas
romanas. En este paso Cosroes I, contactó con una tribu belicosa, los dailamitas,
que eran característicos por la llamada “Pluma de Varanga”, que llevaban en sus
cascos. Su equipo tenía una variedad de cotas de malla, yelmos, escudos, cortas
lanzas, con espadas rectas y decoradas, pero eran sus famosas hachas de guerra
las que dominaran el combate cuerpo a cuerpo. Valientes, disciplinados, una
fuerza de choque capaz de combatir a campo abierto, y hacer una guerra de
guerrillas, típica de sus tradicionales tácticas aprendidas como tribu de
montaña. El rey de reyes costeó todo su equipo, y forjo una infantería sin
rival alguno, ni si quiera para los soldados pesados romanos.
Una vez con un ejército
totalmente nuevo y modernizado, había que resolver el problema de la
acumulación de poder de la estructura de mando:
En el Eranshar, los persas
contaban con un comandante, el spahbad,
comandante del ejército sería su traducción literal. El peligro de un único
mando molestaba a Cosroes I, por lo que dividió su Imperio en cuatro distritos
militares, los llamados padghos: el
de Abhakhtar (el norte), Khavarasan (este), Nemroz (sur) y Khvarvaran (oeste).
Cada distrito tenía su propio spahbad,
que no podía moverse de su lugar si el propio rey no le diera permiso. Esto
permitía repartir fuerzas, (que no estaban compensadas ya que esto dependía de
lo conflictiva que era su región), y otorgarles una verdadera movilidad que
permitiese marchar hacia un lugar allí donde se necesitara. El ejército se
dividió a su vez en cuatro divisiones con asentamientos militares incluidos,
que estaban habitados por soldados-campesinos que complementaban su actividad
militar con la actividad rural. Se hizo lo mismo con subdivisiones dentro de la
organización, con la jerarquía correspondiente: spahbad, marzban, framandar.
"Diferenciación de izquierda a derecha de: caballería ligera, caballería pesada y clibanarii persa (caballería muy pesada)".
Un
legado para oriente.
Esta reforma
curiosamente, es parecida a la futura reforma de la thematica, que se implementaría en el Imperio Bizantino más tarde,
lo que sugeriría que se basaron en la de Cosroes I, del mismo modo que hicieron
los Omeyas tras organizar el Imperio Islámico. En pocas ocasiones que ocurren
en la historia, un Imperio tan grande hubiera aceptado estas reformas tan
fácilmente. Es necesario por esto entender la perspectiva organizativa del
Imperio para lo que estaba por venir, las conquistas del este que seguirían
hasta el Indo, o las campañas de Arabia y Yemen, y el enfrentamiento contra el
Imperio de Justiniano, al que arrebataría el control de Armenia y parte de
Siria, que daría para otro artículo en sí.
BIBLIOGRAFÍA:
-
SOTO
CHICA, J,. “Los efectivos del último ejército
sasánida”
- SOTO
CHICA, J,. “Imperios y Bárbaros, La guerra en la
edad oscura”, Desperta Ferro Ediciones, Madrid, 2019.
RUBIN, Z., “The Reforms of Khusro
Anushirwan”, vol III, p 227.
-
YARSHATER,
E.,
“The Seleucid, Parthian and Sassanid Periods”, vol III, p 153-154
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