sábado, 25 de enero de 2020

COSROES I, UN HOMBRE DE ESTADO

El auge de un león dorado




Los sasánidas pueden considerarse parte de la larga lista de imperios olvidados por la historia  de manera injusta. El origen de los sasánidas no es muy conocido salvo por el relato que nos cuenta que los reyes descendían de Sasán, sacerdote de la diosa de la luna Anahita en Persia y de que uno de sus descendientes, Arthasir I, derrotaría a los partos para proclamarse el Rey de Reyes, para formar un segundo Imperio Persa siglos después de la caída de los aqueménidas por Alejandro Magno.
 El Imperio Sasánida sienta sus bases en la reconstrucción iconográfica del Imperio Persa Aqueménida de Dario I o Jerjes I, recuperando parte de las tradiciones sobre relatos mitológicos que se crean en un ambiente de restauración.

Pero no hemos venido aquí para hablar de su origen, sino de uno de sus mayores protagonistas, un hombre de estado, reformista, y de un genio militar y político que no se había visto durante generaciones, logrando proezas dignas de los más grandes emperadores y reyes de la historia. Hemos venido a conocer al Cosroes I Anusirwan, “alma inmortal”, pero no su persona militar, sino el administrador que fraguó un estado que renacería de sus cenizas.

El orden contra el caos


Durante este contexto, Persia vivía en el caos, había pasado ya un siglo de la caída del Imperio Romano de Occidente, y romanos y persas, aún estaban luchando por la supremacía mundial. Sin embargo, los romanos sufrieron las invasiones bárbaras del mismo modo que los persas, ya que éstos últimos tuvieron que lidiar con dos problemas de elevada magnitud.

El primero de ellos respondía a un problema social, en el que los estamentos persas se estaban viniendo abajo por el auge de un grupo revolucionario conocido como los “mazdaquitas”, que responden a una serie de principios radicales como la comunidad de bienes y mujeres, que rompían las bases del sistema de castas que imperaba en Persia desde generaciones. Khavad I (449-531) reinó un imperio agotado y fragmentado, herido de gravedad, tanto que para asegurar su posición en el trono, tuvo que ayudarse de los revolucionarios mazdaquitas, y los hunos eftalitas, que habían ocupado la mitad oriental del Imperio, cortando el acceso a la ruta de la seda. La gran nobleza fue dejada de lado, mientras era perseguida por estos revolucionarios, que destrozaban sus palacios y se cobraban su precio en vidas, dejando a Persia en un estado de anarquismo.


"Este mural representa la eterna lucha entre el bien y el mal, Ahura Mazda (la especie de carnero de la izquierda) luchando contra Ahriman (la figura con forma de demonio de la derecha). El orden contra el caos."


El pensamiento persa se basaba en un dualismo, una contraposición de fuerzas en constante enfrentamiento, el orden y el caos, Ahura Mazda, el creador no creado, el dios exaltado de Zoroastro, representante del orden en el cosmos, enfrentado a su alma gemela, su contraposición, el mal del ser humano encarnado, Ahriman, el caos. La monarquía a su vez representaba esta composición de dualismo proveniente del zoroastrismo, el rey reinando sobre las bestias, poniendo orden sobre el caos. En la monarquía durante el periodo de Khavad I, podríamos hacernos una idea del impacto que suponía ver un rey incapaz de imponer el orden en su imperio, además de aliarse con un grupo revolucionario que estaba provocando la anarquía en el país y rompiendo con los esquemas sociales del mismo.

Cosroes I se crio en este periodo, no conocemos parte de su historia como príncipe, pero podemos intuir que fue una persona muy presente en la política de palacio. Supo sobrevivir a todo tipo de conspiraciones, buscó aliados allí donde pudo, y se abrió camino para su ascensión en el trono. Cosroes I debió ser una mente maquiavélica, conocemos que fue asesor de su propio padre en el trono. Llegó a convencer a su propio padre que dejara de lado a su mayor apoyo, los mazdaquitas, por lo que cuando su padre murió, nadie pudo impedir que Cosroes I ascendiera gracias a sus nuevos aliados, la nobleza tradicional.


"Moneda del siglo VI con la efigie del Shahansa Cosroes I"

 Su primera medida como rey, fue la total persecución y exterminio del mazdaquismo, en una brutal matanza. Así se ganó el apoyo del alto clero zoroastrista, y de la nobleza, obligando a los campesinos a devolver las tierras que habían ocupado en la revolución. Reconstruyó parte de los palacios y templos que habían sido destruidos, obligando a los mazdaquitas a pagar una dote aquellos nobles a los que habían raptado a sus hijas, y que los hijos ilegítimos de aquellas mujeres que fueron engendrados fueran legitimados para que no sufrieran daño alguno. Persia volvía una vez más al sistema de castas del cual se regía durante siglos: Nobles o guerreros; sacerdotes o magos; funcionarios y campesinos; comerciantes o artesanos.
 La revolución de los mazdaquitas dejó un gran número de huérfanos entre la nobleza, llevados a la corte del rey para ser educados y protegidos, asegurándose así una futura generación de nobles leales y fieles al completo servicio del shahansa. Cosroes I llegó a firmar una paz perpetua con Justiniano I el 532, justo cuando el emperador cerraba la Escuela de Atenas abierta por Platón en la antigüedad el 387, con una huida masiva de filósofos paganos que el rey persa, permitió darles cobijo en su corte.

La reforma fiscal


Con el orden social reestablecido, el rey se aseguraba cierta estabilidad y una nobleza agradecida para poner en marcha una serie de reformas fiscales, administrativas y militares, en un camino de centralizar el poder que tanto necesitaba el Imperio. Yendo por partes, analizaremos la reforma fiscal.
El Imperio Sasánida contaba con un sistema de burocracia compuesto por funcionarios, los cuales, viajaban por los campos en el momento de recogida de la cosecha para tasarla según su producción. Hasta ese momento, el pago se hacía en especie, y se pagaba dependiendo de la cantidad que había.
Los campesinos fueron la parte desfavorable de este sistema de tasación, ya que muchos funcionarios no hacían bien su trabajo, retrasándose o mintiendo en los informes para pagar menos, incluso algunos tardaban meses para cuando las cosechas comenzaban a pudrirse y quedaba desperdiciada. Por parte del Estado, suponía un absurdo gasto, que había que hacer frente para reclutar a miles de funcionarios que tenían que repartirse por todo el gigantesco territorio.

Cosroes I impulsó un catastro adelantado a su tiempo, un ambicioso proyecto que información del tamaño de propiedades agrícolas, residencias, pueblos, etc. Con todo esto, se hizo un cálculo para elaborar un nuevo impuesto en el que se hacía en tres plazos anuales, en moneda de plata y no de especie, que dependía del nivel de riqueza de la familia. Para los campesinos y artesanos esto supuso una gran ventaja, ya que así tendrían con lo que demostrar su capacidad adquisitiva para pagar el impuesto sin sufrir abuso alguno. Con el éxito de la reforma fiscal, el rey por fin contaba con nuevas fuentes de ingresos que llenarían las arcas reales, coincidiendo con la recuperación de la parte oriental del Imperio con la destrucción del Imperio Huno en el 563, se pudo invertir en obras hidráulicas, la fundación de nuevos asentamientos en zonas agrícolas… logrando así dinero para sus proyectos de reforma militar y administrativa que tanto ansiaba.

La reforma militar, un ejército de seda y acero.


"Anexiones militares de Cosroes I, desde territorios romanos de Siria (Dara) y la anexión de Armenia, desde estados vasallos como los árabes lakhamíes, la actual Yemen, o el este llegando hasta el río Indo"

Concluido el punto de la reforma fiscal, demos paso a las reformas militares que permitieron las conquistas militares de Cosroes I. Persia dependía militarmente de las seis grandes familias de origen parto: Guiw, Karen, Suren, Rayi, Ispabudan y Muhran, del mismo modo que los azadan, los “hombres libres” que formaban el grueso de la caballería persa, pequeña nobleza con la categoría de “caballeros”. Eran los descendientes de los maryianni, los antiguos arios iraníes que habían sobrevivido durante milenios.

El rey contaba con su propio ejército, protagonizado por los zayedan o “inmortales”, de número 10.000, basados en la antigua guardia aqueménida, se sumaban a ellos otros 10.000, los pushtigban, la guardia del rey, junto a 1000 caballeros personales. Y un ejército completo de arqueros reales, los gunds, que tan solo con 4.000 arqueros destrozaron un ejército romano de 30.000 en la batalla de Anglón.


"Recreación aproximada de un jinete de caballería pesada persa. Los nobles persas entrenaban a una edad muy temprana el arte de la guerra, y era una tradición que aprendiesen el uso del arco desde que eran muy pequeños.

 Desde siempre, las tropas regulares persas estaban mal equipadas, levas de campesinos, gentes que tenían que abandonar su tierra y llevarse lo que tuviesen más a mano a la guerra. Cosroes I era consciente de este punto, por lo que lo compensaría con lo siguiente: los deqhans, jefes de aldeas o campesinos ricos que podían costeare equipo ligero, pero no podían permitirse un caballo y mucho menos una buena armadura clibanarii persa. Por primera vez, un rey persa se aseguraría de pagar el equipo a los deqhans, costearles monturas, y hacer un sueldo para aquellos que se enrolaran en su ejército. Esto supuso un aumento de caballería, siendo la más numerosa del mundo, 80.000 aproximadamente. Los deqhans se elevaron a un nivel de prestigio, volcado en su nuevo estilo de vida dedicado a vivir por la guerra, sobreviviendo como grupo social incluso formando parte de los ejércitos del islam.

La siguiente medida estrella fue la instalación de tropas fronterizas, quizás basado en parte del limes romano. Se trataba de pueblos extranjeros o montañosos los cuales destacaron los tchole, abagsianos y akatzires, descendientes de los alanos y tribus de las estepas, logrando un doble objetivo, hacer que estos pueblos belicosos dejaran de atacar la frontera dejando establecerse en tierras fértiles de su Imperio con el fin de que la defendieran. Se conoce la existencia de un gigantesco muro que mandó construir el shahansa, comparable al Muro de Adriano cerca del Mar Caspio y actualmente desaparecido.



Otro gran paso fue el crear una infantería de línea capaz de hacer frente a las mejores tropas romanas. En este paso Cosroes I, contactó con una tribu belicosa, los dailamitas, que eran característicos por la llamada “Pluma de Varanga”, que llevaban en sus cascos. Su equipo tenía una variedad de cotas de malla, yelmos, escudos, cortas lanzas, con espadas rectas y decoradas, pero eran sus famosas hachas de guerra las que dominaran el combate cuerpo a cuerpo. Valientes, disciplinados, una fuerza de choque capaz de combatir a campo abierto, y hacer una guerra de guerrillas, típica de sus tradicionales tácticas aprendidas como tribu de montaña. El rey de reyes costeó todo su equipo, y forjo una infantería sin rival alguno, ni si quiera para los soldados pesados romanos.
Una vez con un ejército totalmente nuevo y modernizado, había que resolver el problema de la acumulación de poder de la estructura de mando:

En el Eranshar, los persas contaban con un comandante, el spahbad, comandante del ejército sería su traducción literal. El peligro de un único mando molestaba a Cosroes I, por lo que dividió su Imperio en cuatro distritos militares, los llamados padghos: el de Abhakhtar (el norte), Khavarasan (este), Nemroz (sur) y Khvarvaran (oeste). Cada distrito tenía su propio spahbad, que no podía moverse de su lugar si el propio rey no le diera permiso. Esto permitía repartir fuerzas, (que no estaban compensadas ya que esto dependía de lo conflictiva que era su región), y otorgarles una verdadera movilidad que permitiese marchar hacia un lugar allí donde se necesitara. El ejército se dividió a su vez en cuatro divisiones con asentamientos militares incluidos, que estaban habitados por soldados-campesinos que complementaban su actividad militar con la actividad rural. Se hizo lo mismo con subdivisiones dentro de la organización, con la jerarquía correspondiente: spahbad, marzban, framandar.


"Diferenciación de izquierda a derecha de: caballería ligera, caballería pesada y clibanarii persa (caballería muy pesada)".

Un legado para oriente.

Esta reforma curiosamente, es parecida a la futura reforma de la thematica, que se implementaría en el Imperio Bizantino más tarde, lo que sugeriría que se basaron en la de Cosroes I, del mismo modo que hicieron los Omeyas tras organizar el Imperio Islámico. En pocas ocasiones que ocurren en la historia, un Imperio tan grande hubiera aceptado estas reformas tan fácilmente. Es necesario por esto entender la perspectiva organizativa del Imperio para lo que estaba por venir, las conquistas del este que seguirían hasta el Indo, o las campañas de Arabia y Yemen, y el enfrentamiento contra el Imperio de Justiniano, al que arrebataría el control de Armenia y parte de Siria, que daría para otro artículo en sí.


BIBLIOGRAFÍA:

-          SOTO CHICA, J,. “Los efectivos del último ejército sasánida”
-       SOTO CHICA, J,. “Imperios y Bárbaros, La guerra en la edad oscura”, Desperta Ferro Ediciones,   Madrid, 2019.
 RUBIN, Z., “The Reforms of Khusro Anushirwan”, vol III, p 227.
-          YARSHATER, E., “The Seleucid, Parthian and Sassanid Periods”, vol III, p 153-154

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