miércoles, 4 de marzo de 2020

La obra de Velázquez y su evolución

Pues mira, que ya me tocaba publicar algo y qué mejor que hacerlo que sobre la biografía de uno de los pintores más importantes del siglo de oro español.

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, 1599- Madrid, 1660) es uno de los más importantes pintores de su tiempo y una de las figuras más influyentes de la historia del arte español, y además uno de los mejores agentes en activo del Ministerio del Tiempo, que sí, será ficción, pero ésto sí o sí te suma puntos en el currículum.
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Veamos... Somos un ministerio encargado de preservar la historia y mantener el pasado tal y como es. ¿Qué utilidad le podemos sacar al mejor de todos los pintores?... ¡Ya sé, lo pondremos a hacer retratos robot! Ahora en serio, Javier Olivares es un GENIO.


Pero pongámonos en contexto:
El siglo XVII en España es considerado el Siglo de Oro de la pintura debido a la presencia de auténticos Chads de la pintura como Ribalta, Ribera, Zurbarán, Murillo, Valdés Leal, o el propio Velázquez, y es en Sevilla, la ciudad más populosa y rica de la península en esa época, en la que se forman la gran mayoría de estos grandes maestros de la pintura.

Un elemento común en la pintura barroca es el naturalismo tenebrista heredado de Caravaggio. El tenebrismo es un modo de iluminar consistente en presentar los personajes y objetos sobre un fondo oscuro, destacando las partes más significativas de éstos con una luz fuerte y dejando el resto en penumbra. A esta iluminación contrastada y teatral se le añade el naturalismo de sus modelos callejeros. así pues, el tenebrismo de Caravaggio se extendió por Europa e influyó a autores como Rembrandt o Zurbarán.

Ahora bien, la propia actividad pictórica hispánica se caracteriza por un barroco naturalista. Lejos del estilo opulento y grandilocuente de Rubens, se tiende a las composiciones sencillas con personajes de gestos sobrios, viéndose una evolución hacia la segunda mitad del siglo XVII hacia lo triunfal y a composiciones más movidas y coloristas.

Otro elemento propio de la pintura hispánica lo vemos en el predominio de la temática religiosa y la gran escasez de pintura profana. sobre todo mitológica y de paisaje. Ésto se debe a que la principal clientela era casi exclusivamente religiosa, además de que había una amplia falta de burguesía ilustrada y varios prejuicios morales. Aparte, el otro gran sector consumidor de arte, la nobleza, prefería adquirir estos cuadros de temática mitológica en Italia o Flandes. El objetivo de esta temática religiosa es representar lo místico a través de expresiones de éxtasis por sin aspavientos, de la mirada hacia arriba y el propio tenebrismo. Luego habrá otros géneros como el retrato, el bodegón o la pintura de vanitas.
“Velázquez fue un artista que no se dejó constreñir por las imposiciones estéticas de su tiempo. Si bien vivió intensamente la espiritualidad del Barroco, no por ello se prestó a ser acotado por la formalidad que ese movimiento impuso. (...) Que no encontremos en su arte ninguno de los clichés del momento, es decir, ni tremendismo, ni moralismo, no quiere decir que no podamos leerlo como un ejemplo de vanitas. Sus vanitas son asépticos y nos son coercitivos. La rendición de Breda, Las hilanderas y las Meninas son vanitas. No olvidemos que el Barroco coincide con el nacimiento de los Estados, y esos Estados recién nacidos para impresionarse y darse miedo mutuamente, se vistieron, no más nacer, de pavos reales." Antoni Llena (pintor). El País, 16 de octubre de 2006. 

Velázquez, a lo largo de toda su vida, es sobre todo retratista, aunque también tiene varios cuadros de temática mitológica. Se caracteriza por ser un hombre con mucha cultura con una importante clientela no religiosa, pero lo que más se puede destacar de él es su evolución permanente y sus innovaciones técnicas, lo que, unido a su temática diferenciada del resto de pintores,le permite destacar dentro de la pintura hispánica.Se puede observar el cómo evoluciona de la técnica de pincelada fina hasta otra de pincelada suelta, impresionista, que le permite captar la sensación de la atmósfera. Todo ello le otorga gran trascendencia, pues Velázquez influirá en la pintura posterior de Goya y en el realismo y el impresionismo del siglo XIX.

Vamos, que es el Chad de los Chads.

Etapa Sevillana


Entre 1617 y 1622, Velázquez recibió su formación técnica con el pintor y tratadista Francisco Pacheco, el cual lo forma en la concepción renacentista de que el arte es una actividad intelectual que aúna diseño y ejecución.
Sus primeras obras son escenas costumbristas caracterizadas por el tenebrismo, el colorido oscuro y terroso, la facilidad para captar las calidades de los objetos, la pincelada trabada y fina, y el realismo de los personajes. Es por ello que en esta etapa es conocido como el "segundo Caravaggio". Un ejemplo de esta época lo podemos ver en el su obra "Vieja friendo huevos", de 1618.

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En su Vieja friendo huevos (1618) sorprende el magistral uso del tenebrismo acompañado de un realismo de carácter costumbrista que también podremos observar en otras muchas pinturas de esta etapa.

En la Corte de Madrid


Gracias a las influencias de Pacheco, Velázquez se introduce en la Corte de Madrid, donde en 1623  fue nombrado Aposentador Mayor y pintor de cámara del rey. Vamos, que estaba On Fire Satisfyer.

En esta etapa viajará dos veces a Italia, estudiará la pintura veneciana y conocerá en persona a Rubens. No dejará de investigar y mejorar como pintor, desarrollando temas como el retrato pero también mitología, historia y paisaje puro.

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La Rendición de Breda (1635), cuadro que hizo en su etapa de la corte de Madrid. La aceptación con gestos corteses de las llaves de Breda simboliza la idea de que el trato honroso al vencido realza el valor de la victoria y la fama del vencedor. El Gran Capital hizo famosa la expresión: "a enemigo que huye, puente de plata". Frase que también podemos ver en la película Amanece que no es poco, del recién fallecido director de cine José Luis Cuerda.

Entre la visita de Rubens (en 1628) y la influencia de la pintura veneciana, podemos observar que a Velázquez ya no le molaba tanto lo que había hecho antes, y es por eso que fue sustituyendo de manera progresiva el tenebrismo por un estudio de la perspectiva aérea y un mayor colorismo, aspectos que están muy presentes en sus primeras obras mitológicas, como El triunfo de Baco (1628) y la Fragua de Vulcano (1630).
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En Triunfo de Baco, Anterior a su viaje a Italia, podemos ver que la mitología está tratada como una pintura costumbrista. Podemos observar que los personajes, callejeros, tienen síntomas de haber pillado una buena cogorza, con ojos vidirosos, expresión bobalicona o la piel enrojecida, y una aire muy tabernario Lo podemos ver hasta como un tratamiento satírico de la mitología.

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Directamente, la fragua de Vulcano ocurre en una herrería del siglo XVII. En esta obra podemos ver un importante estudio anatómico y una presencia de colores claros debido al abandono absoluto del tenebrismo. Se observa además estudio de introspección psicológica, con la sorpresa indignada de Vulcano y el estupor de sus herreros. ¿El motivo? Apolo se le ha aparecido a Vulcano para explicarle que su esposa, Venus, le ha puesto los cuernos con Marte.

El grueso de su obra lo constituyen los retratos que hizo para la corte, en los que ahonda en la captación psicológica del retratado, como la serie de los bufones de palacio o bien los dos más destacados, los ecuestres de Felipe IV y el del príncipe Baltasar Carlos, con un fondo de tonos plateados, característicos ya de Velázquez, y que es ya un tratamiento atmosférico del paisaje.

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Felipe IV, a caballo (1635-1636). Como curiosidad, este cuadro le sirvió al escultor Pietro Tacca para realizar una escultura ecuestre de Felipe IV alrededor de 1640, que también estuvo en el Palacio del Buen Retiro hasta que se configuró la actual Plaza de Oriente, a donde se trasladó la estatua.

La etapa final de Velázquez


Desde que regresase de su segundo viaje a Italia hasta su muerte, Velázquez pinta sus obras culminantes, siendo ésta su etapa con mayor calidad, en las que las pinceladas no detallan los objetos per éstos, de lejos, cobran perfecta forma. Ahora, estas pinceladas no entran en detalles, pero son suficientes para delinear los objetos.

En Las Meninas (1656) logra una profundidad natural con la perspectiva aérea, la distribución de la luz, y una diagonal que acerca la escena por la derecha y la aleja por la izquierda. Se trata de un retrato de la infanta Margarita, con sus damas de honor o meninas, los bufones y un perro. Al fondo de la escena, a través de una puerta abierta, se recorta la figura de un aposentador real, junto también a las imágenes de los reyes, que parecen presenciar la escena sin formar parte de ella, reflejándose en un espejo colgado en la pared.

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Las Meninas, uno de los cuadros más icónicos de Velázquez. Un detalle muy curioso de la obra sería que la cruz de la Orden de Santiago que porta el pintor en sus prendas sería pintado póstumamente para honrar la memoria del artista.

Velázquez consigue la profundidad a través del reparto de la luz, empezando con un primer plano fuertemente iluminado por la luz de la ventana de la derecha; utilizando la perspectiva aérea desdibuja las figuras del fondo. Puede decirse que todas las investigaciones pictóricas de Velázquez en materia de perspectiva aérea están aquí plenamente materializadas.

Mirando de cerca las figuras sólo se observan manchas sueltas de color, pero éstas van perfilando las figuras y ganando en nitidez conforme el espectador se aleja del lienzo.

La infanta Margarita es el punto básico de la obra; el énfasis en el personaje se logra a través de su posición centrada y los tonos claros de su vestido y su cabello.

De esta pintura puede deducirse que el pintor realizaba un retrato de los reyes cuando irrumpió en su estudio la infanta Margarita acompañada de sus dos meninas y de dos bufones enanos. Es una escena de la vida cotidiana en el antiguo alcázar de los Austrias, y no un retrato oficial. El espectador puede sentirse incluido como un personaje más, pues los reyes reflejados en el espejo, pero no presentes en el cuadro, le hacen pensar que él se encuentra a la espalda de los mismos. se puede ver esta pintura como un buen ejemplo de interrelación y de confusión entre el ámbito real del espectador y el ficticio de la pintura.
La propia presencia del espejo puede vincularse con un precedente en la tabla del Matrimonio Arnolfini, de Jan Van Eyck.

El último cuadro que mencionaremos es el de Las Hilanderas, inspirado en la fábula de Aracne, la mujer hilandera que desafió a Atenea. Aracne se jactaba de tejer mejor que Atenea, y osó representar, en un tapiz, el rapto de Europa por Zeus, el padre de Atenea. ésta, por dichas afrentas, la convirtió en araña y la castigó a tejer eternamente.

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Se puede observar el tapiz al fondo del cuadro, prepresentándose así una pintura dentro de otra, y confundiendo la realidad con el mito.

El mito aparece camuflado en la estancia del fondo, donde tres mujeres contemplan el tapiz de Aracne con el rapto de Europa y el propio desenlace de la historia, pues Atenea, con casco y armadura, levanta su brazo para castigar a la insolente Aracne.
Sin embargo, para el historiador del arte Lafuente Ferrari, el primer plano, costumbrista, sería también mitológico, pues la mañosa hilandera de la derecha representaría a Aracne, y a la anciana, a Atenea disfrazada, lo que explicaría la juvenil pierna descubierta de ésta.

Las Hilanderas puede verse como un gran ejemplo de creación de un espacio verosímil, que da sensación de atmósfera natural gracias a la perspectiva aérea, a la técnica suelta y a la sucesión de zonas con distinta cantidad de luz. Así, en primer plano, la hilandera de la derecha está más perfilada que la del centro, la cual está abocetada por su posición más lejana y menos iluminada.

Por otra parte, en la estancia del fondo, la luz entrante parece evidenciar el polvo en suspensión. Allí la técnica suelta (preimpresionista) desdibuja los contornos debido a la distancia. Así crea la impresión de profundidad natural, de perspectiva aérea. Así pues, el espectador visualiza la realidad material del taller, pero filtrada por el aire y la cantidad de luz disponible. Otro aspecto técnico destacable es la reproducción del rápido movimiento de la rueca, de modo que no se ven los radios de la misma.

Conclusión

No deja de ser este artículo una mera introducción a la obra de Velázquez y lo que supuso para la historia del arte. De hecho tengo dudas de haberos convencido de la magnitud de su legado, sólo espero haberos incentivado para que investiguéis por vuestra cuenta todo lo que deséis y más de este maravilloso señor.
Eso, o podéis hacer como yo y limitaros a los apuntes de historia del arte para poder seguir viendo sus aventuras en El Ministerio del Tiempo, serie en la que todo lo que ocurre en ella es Canon.
No lo digo yo, lo dice la siensia.
Un saludo y que la inspiración de la Musa Clío vaya con vosotros.


Fdd. Bernat Sunday

Bibliografía

VVAA. Historia Universal del Arte. Ed. Planeta. 11 volúmenes.
VVAA. Historia del Arte Español. Ed. Planeta. 10 volúmenes.
VVAA. Historia del Arte. Ed. Vicens-Vives. Libro de texto de 2 de Bachillerato LOGSE.
Lafuente Ferrari, E: Breve historia de la pintura española. Ed. Akal. Madrid, 19827. Dos volúmenes. 







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