La pugna por el control del Mediterráneo
Las Guerras Sicilianas
o Guerras Greco-Púnicas fueron una serie de acontecimientos entre cartagineses
y las colonias griegas de Italia y Sicilia. Se trata de uno de los conflictos
más largos de la antigüedad, un suceso muy importante para el desarrollo de Cartago
en su expansión territorial, y su papel transitorio de colonia fenicia a
potencia. También porque suponen la resistencia del mundo fenicio, en plena
decadencia frente a un colonialismo griego en pleno auge y sin freno alguno,
pasando a convertirse en aisladas colonias fenicias, a formar parte de una
entidad cultural nueva, convirtiéndose en los púnicos, los pueblos sucesores de
los fenicios que poblaron el mediterráneo mil años antes.
Las fuentes más
importantes sobre estas guerras se perdieron en la quema de Cartago por parte
de los romanos, por lo que hay muchas lagunas que probablemente no vayan
aclararse nunca. Pero tenemos menciones griegas y latinas sobre lo ocurrido,
cuyo análisis sirve como punto de partida para establecer una un relato de lo
sucedido.
"Cartago contaba con la flota más numerosa y poderosa del Mediterráneo, siendo la principal fuerza contra la piratería. No se sabe a ciencia cierta el tamaño del puerto de la ciudad, pero por las descripciones griegas, debemos pensar que fue un gigantesco puerto capaz de albergar miles de naves en mantenimiento"
Tras la caída del mundo
fenicio en el siglo VIII, las colonias fenicias perdieron el monopolio de las
rutas del mediterráneo occidental. Los griegos, se expandieron sin que nadie se
lo impidiese, a las costas ibéricas, itálicas y las islas de Sicilia o Córcega.
De estas ciudades fenicias, una acabaría liderando la resistencia fenicia
contra el mundo griego, Cartago, que impulsará un renacimiento de la cultura
fenicia que daría lugar al mundo púnico.
Cartago entabló el
control de las ciudades fenicias, y formó una enorme flota con los barcos
mercantes para aplicar un bloqueo. Los cartagineses se aliaron con una
civilización del norte de Italia, los etruscos, que dejaron claros las
limitaciones del comercio entre ellos: los etruscos se quedarían con el mar
Tirreno, mientras que Cartago se quedarían con el resto del mediterráneo
occidental. Una flota etrusco-cartaginesa, interceptó una flota griega, que
huía de Asia Menor por el dramático éxodo de los foceos tras la invasión persa
de Ciro el Grande.
"La escasa información sobre las guerras greco-púnicas nos viene directamente de fuentes griegas. Gran parte de las descripciones de historiadores cartagineses se perdió con la destrucción de Cartago por parte de Roma".
Los cartagineses y
etruscos provocaron un enfrentamiento naval el año 540 a.C. que a pesar de la
destrucción de los barcos foceos, no pudieron evitar que naufragaran en la isla
de Córcega, que estaba dentro del área de influencia cartaginesa. Sin embargo,
sirvió para dejar claro a los griegos que no eran bien recibidos y dibujar las
limitaciones cartaginesas en el mediterráneo. Poco a poco, los cartagineses
bloquearon el mediterráneo occidental, y acabaron aislando a las colonias
griegas del sur de la Galia y de la Península Ibérica del resto del mundo
griego.
Los tiranos de Siracusa
"Siracusa prosperó gracias a gobiernos tiránicos bajo el liderazgo de una figura personalista. Estos tiranos se ganaban el favor de la población promocionando obras públicas impresionantes que se pueden apreciar a día de hoy."
El control de los
cartagineses de la circulación de mercancías y metales de la Península Ibérica,
se llevó a rajatabla. Sin embargo, la isla de Sicilia, presentaba un obstáculo
a sus intereses, cuando la ciudad de Siracusa comenzaría a expandirse por el
resto de la isla.
Durante el siglo VI
a.C. la cosa cambiaría a favor de las colonias griegas de Sicilia. El mundo
etrusco, principal aliado anti-griego de Cartago, se derrumbó tras las
invasiones galas del norte; y latinos y romanos desde el sur. Esto se sumó
junto con el liderazgo de Siracusa, una polis localizada en la costa oriental
de Sicilia fundada por los corintios. La democracia en la ciudad, fue mínima y
su desarrollo fue interrumpido por el auge de gobiernos tiránicos, aupados por
la población más desfavorecida, que llevaron a la ciudad a un periodo de gran
esplendor.
Gelon de Siracusa,
originario de una familia sacerdotal del culto a Démeter, se convirtió en el
primer tirano de la ciudad tras un golpe de estado, y presentándose enemigo de
las familias oligárquicas de la ciudad. El resto de las polis sicilianas,
respaldaron el liderazgo de Gelion en la isla, y formaron una coalición en
torno a Siracusa para unificar la isla.
"Gelón fue el primero de una serie de tiranos a partir del 540 a.C. cuya tiranía fue inspirada por una ciudad vecina que adoptó el gobierno tiránico con buenos resultados"
Los cartagineses conversaban
unos pocos asentamientos junto con ciudades griegas pro-púnicas para proteger
el paso del tráfico naval desde Túnez, y no podían permitir el expansionismo
siracusano en el resto de la isla. Comenzaría en el año 480 a.C. una serie de
guerras que durarían dos siglos por el control efectivo de Sicilia por parte de
cartagineses y griegos.
Gelion contra los magónidas
"Imagen antepuesta de una más cara griega con otra púnica, representando el choque de los dos mundos en las guerras greco-púnicas."
Cuando Gelión atacó la
ciudad siciliana de Himera, el tirano Terilo, tuvo que exiliarse y pedir
auxilio a los cartagineses. Este casus belli, sirvió como excusa al Imperio
Cartaginés de intervenir en un escenario un tanto problemático para sus
intereses, y así reforzar el control del paso del norte de África.
La expedición
cartaginesa de Amílcar Magón, se describe con un número mayor a 300.000, pero a
nivel personal considero que dicha cifra es exagerada e imposible. Se sumaba
una flota de apoyo de al menos 200 buques de guerra, un número inferior debido
a la poca capacidad de respuesta de la pequeña flota siracusana. . En un estado
aún prematuro y que todavía no tenía suma importancia dentro de la doctrina
cartaginesa, eran los guerreros libios, armados con jabalinas y escudos
pesados, pero formados para luchar junto con la falange y no como unidad de
choque, como serían en las guerras púnicas. No se sabe muy bien si los
guerreros íberos combatieron, pero si se conoce que junto a los cartagineses
lucharon guerreros ligures, habitantes de la galia itálica, equipados con
armamento cartaginés.
"La Batalla de Salamina coincidió con la guerra entre cartagineses y griegos en Sicilia, que usó Siracusa como arma propagandística de la invencibilidad de los griegos.
Este ejército clásico
cartaginés, luchaba todavía en formaciones muy cerradas, formando un muro de
lanzas y escudos variados del aspis griego. Frente al ejército de Amílcar,
tenemos el ejército tiránico de la coalición siciliana, al mando de Gelón de
Siracusa, donde podemos ver una falange griega mejor formada. Se trataba de un
ejército profesional ciudadano de menor número debido a la capacidad de mano de
obra de estas ciudades, por lo que se reforzó con mercenarios, cosa que los
griegos se olvidan de mencionar en sus fuentes. Las fuentes hablan de que su
número oscilaba los 50.000, cosa totalmente exagerada y falsa. Los ciudadanos
que no podían permitirse el equipo de un hoplita, servía como peltasta,
infantería de proyectiles. La élite siracusana y parte de la aristocracia de
las ciudades aliadas de Siracusa, formaban el grueso de la caballería griega.
La caballería de Gelion
presionó el flanco derecho cartaginés aprovechando que la caballería
cartaginesa no estaba en condiciones de hacerles frente debido a su pequeño
número. Entraron en el puerto improvisado y prendieron fuego a sus barcos, que
Diodoro asume que en todo ese caos, murió el mismísimo Amílcar. Entonces, el
ejército de Gelión marchó para atacar el campamento con el ejército de tierra,
suponiendo que consiguió dar un rodeo rápido a través de la ciudad de Himera,
rodeándola hacia la izquierda de su campamento y alcanzando el ejército
cartaginés desprevenido mientras sitiaba la ciudad.
Tras ganar una
escaramuza entre tropas cartaginesas y griegas, atacó el campamento cartaginés.
Las tropas íberas y galas se plantaron a defender el campamento, ganando un
enfrentamiento contra los hoplitas siracusanos, y posicionándose en zonas de
ventaja. Tras esta situación que se estaba viendo desbordada, los cartagineses
huyeron hacia una colina para obligar a los griegos a presentar batalla en un
terreno menos favorable. Tras una sangrienta lucha, los griegos tuvieron que
retirarse con muchas bajas, pero con la desaparición de Amílcar, y la pérdida
de su equipo de asedio, hizo que los cartagineses abandonaran el asedio, una
victoria que coincidía al mismo tiempo que la Batalla de Salamina y de las
Termópilas, cuando el sentimiento helénico estaba en el aire.
Segunda guerra greco-púnica 410-340 a.C.
Tras la derrota sufrida
en Sicilia, los cartagineses supieron reponerse y dar un giro a su política
exterior para adaptarse a los nuevos tiempos. Durante el periodo de paz de
Sicilia, los cartagineses aprovecharon para fijar su “hinterland”, un espacio de interés, que se extiende por el norte
de África. Cartago efectuó una expansión militar desde Tánger hasta la frontera
de Cirenaica con Egipto.
A esta expansión
militar y el interés cartaginés de enfocarse en una economía agrícola frente al
tradicional comercio fenicio, iba de la mano de una aristocracia terrateniente
que controlaba parte de la política cartaginesa. Sin embargo, Cartago nunca
renunció a Sicilia, sobre todo con el surgimiento de Siracusa como la potencia
predominante en la isla. El mismo casus beli que antes, aprovechando una
petición de ayuda de la población de la Segesta, el nieto de Amílcar, Aníbal
Magón, desembarcó del mismo modo que su abuelo. ¿Sufrirá también el mismo
destino?, ayudó a Segesta a derrotar a la coalición griega y volvió a Cartago
triunfante. Aníbal volvió con una fuerza mayor, pero se encontró con una
situación poco favorable para Cartago, tras sitiar durante ocho meses la ciudad
de Akragas, y sucumbir a la peste junto con parte de su ejército.
"Representación gráfica del Asedio de Motya en 398 a.C."
El nuevo general
cartaginés, Himilco, realizó una labor más cauta y eficaz que el impasible
Aníbal, capturando no sólo Akragas, sino Gela y destruir un ejército siracusano
capturando al tirano Dionisio I. Consiguió un tratado de paz que dejó a Cartago
como dueña de parte de la isla, siendo junto con Siracusa la dueña de la mitad
de la isla.
La Tercera Guerra
Greco-púnica (398-393 a.C.) sucedió poco después, cuando Dionisio consiguió
consolidar de nuevo su poder y ejército y romper el tratado de paz con el
asedio de Motya y Messina. Tras un fallido ataque naval sobre Siracusa, en una
época donde se improvisaron nuevas armas de asedio como las catapultas griegas
que se usaron en Motya. Cartago perdió las conquistas anteriores y Dionisio
reconstruyó su poder. Es comprensible que Cartago no pudiera centrar sus
esfuerzos en Sicilia, debido a una rebelión que surgió en su propio suelo y la
invasión de ciertas tribus nómadas en su territorio.
Agatocles, el tirano del pueblo
Agatocles fue un
personaje controvertido, de origen humilde, y que a pesar de la información que
tenemos, se torna algo confusa. Agatocles se hizo al cargo de un poderoso
ejército mercenario que amenazaba los asentamientos cartagineses y siracusanos,
asediando la propia Siracusa. Agatocles pidió ayuda a Amílcar, el nieto de
Hannon el Navegante, que se presentó con un ejército expedicionario, esta vez,
para ayudar a Siracusa y cobrar su ayuda a precio de oro. Con ayuda de los
cartagineses, Agatocles se convirtió en tirano de Siracusa. Agatocles fue un
populista que gozaba el favor de los estamentos más desfavorecidos de la
ciudad.
"Agatocles 361-289 a.C., pasó de ser el hijo de un ceramista de Calabria, a convertirse en rey de Siracusa, poniendo en jaque al poderoso Imperio Cartaginés"
Tarde o temprano,
Agatocles se volvió en contra de los cartagineses, librando batallas que éstos
vencieron, y acorralaron al tirano en su propia ciudad. Pero una hábil
estrategia de Agatocles sorprendió a los cartagineses cuando organizó una
invasión con el ejército que tenía sin que los cartagineses se dieran cuenta, y
se presentó con 14.000 soldados a las costas de África.
Los cartagineses se
presentaron superándoles en número, y donde presentaron una buena cantidad de
carros de guerra púnicos. Los griegos presentaron batalla en terreno elevado,
centrando a los hoplitas apoyados por los marineros, y reforzados por guerreros
samnitas, que gozaban de una fama terrorífica en la batalla. Los carros de
guerra púnicos cargaron por detrás, pero los hoplitas abrieron huecos para
luego rechazarlos, muchos carros perdieron las riendas de sus caballos y otros
sin darse cuenta, llegarían a chocar con la infantería cartaginesa que venía en
su ayuda.
Agatocles cargó contra
la Guardia Sagrada, matando a su capitán y haciendo que huyeran hasta la misma
Cartago. Cuando se hizo de noche, Agatocles aprovechó para destruir el
campamento cartaginés, dando muerte a uno de los traidores que cambiaron de
bando, Aelymas, como represalia por su traición. Este ataque nocturno, según
las fuentes latinas, inspiró a Escipión en la Segunda Guerra Púnica.
"El teatro de Siracusa, reformado en época helenística y luego romana, patrimonio de la humanidad"
Pero Agatocles había
llegado al límite de su capacidad, era buen estratega, pero no podía hacer más
contra la limitada capacidad económica y humana de Siracusa. Cartago siempre
presentaría un ejército nuevo para hacerle frente, tenía el control de los
mares y la capacidad económica para enfrentarse a una guerra sin precedentes. Agatocles volvió a
Italia, organizó una guardia personal formada por samnitas, y tras eliminar a
sus adversarios políticos, se convirtió en rey de Siracusa, hasta morir
asesinado por su propio nieto Arcagato en el año 289 a.C. Cartago disfrutó este
periodo de un liderazgo indiscutible de Sicilia a cambio de no invadir los
territorios siracusanos.
La llegada de Pirro y Cartago como dueña de los mares
Poco después a Cartago
se le presentaría otra oportunidad con la invasión romana de Campania, y la
llegada de Pirro de Epiro por Taras y Siracusa para frenar a los romanos. El
ambicioso Pirro llegó a Sicilia para expulsar a los cartagineses, en un intento
de ganarse el favor de las poblaciones sicilianas que le veían como un
conquistador más que un liberador, llegando a conquistar Palermo y Eryx, pero
descubrió el complejo mapa geográfico siciliano para entablar una guerra, primando
los asedios frente a las batallas a campo abierto, teniendo el mismo problema
que los tiranos en el pasado.
Pirro tuvo que volver a
Italia tras el fracaso del asedio de Lilibeo, y parar a los romanos en Italia,
que amenazaban con cerrarle el paso en Campania. Siracusa se quedó sola a
merced de los cartagineses, se había dejado claro que la era de los tiranos
había pasado, y que Siracusa por si sola no podía hacer frente al gigante
cartaginés.
"Pirro de Epiro luchando contra los romanos en Italia"
Pirro consiguió
acorralar a los cartagineses en Lilibeo, iniciando un largo y costoso asedio
que posiblemente llegó a costarle el conflicto. El ejército de Epiro, aunque
mejor armado, disciplinado y de lo mejor de su época, no contaba con un factor
importante, la moral. Los griegos se desmoralizaban con cada batalla, viendo
que las exigencias de su comandante crecían al mismo que sus bajas en batalla.
A pesar de no haber ganado importantes batallas a romanos y tener al ejército
cartaginés retenido en Lilibeo, la situación se hizo insostenible para Pirro,
que tras llegarle noticias de que en su tierra natal había problemas, decidió
retirarse y abandonar a su suerte a sus aliados italianos.
"Invasión griega de Italia. Pirro de Epiro fue invitado a Sicilia por Siracusa para luchar contra el tradicional aliado de Roma, los cartagineses. Tras una serie de victorias contra los cartagineses en Lilibeo, Pirro no pudo controlar dos frentes abiertos en una campaña que empeoraba con la desconfianza de sus propios aliados sicilianos"
El fin de las Guerras
Pírricas fraguó el dominio de dos grandes potencias: la aparición de un nuevo
actor en Italia, la República Romana que conseguía tener acceso al mar desde la
Magna Grecia, y participar del comercio que dominaban griegos y cartagineses. Y
Cartago, convirtiéndose en la indiscutible principal potencia de Sicilia. El
mundo griego comenzaría a desmoronarse, perdiendo su independencia en Italia,
los Reinos de Sucesores demasiado ocupados frente a luchas entre ellos para
preocuparse por el auge de Roma y Cartago, y Siracusa, sola frente a púnicos y
romanos. Cartago aprovecharía cualquier escusa para quitarse de en medio a
Siracusa y ejercer el pleno control sobre la isla, y con ello, el control del
paso de Túnez, hecho que desencadenaría la Primera Guerra Púnica.
Bibliografía:
ANDREWES, A.; "The Greek Tyrants", Londres, 1958.
FREEMAN, Edward A., History of Sicily, Volume 1, pp. 283–297
MANGAS, Julio; "Textos para la historia Antigua Grecia", Ediciones Cátedra S.A., Madrid, 1978.
WOODHEAD, A. G., "The Greek in the West", Londres, 1962
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